Juan 10:10 no es solo un versículo para leer, sino una realidad para vivir
Vivimos en un mundo donde las fuerzas del mal, como ladrones en la noche, buscan robar nuestra paz, matar nuestra esperanza y destruir nuestra fe. Sin embargo, frente a esta realidad, se nos presenta una promesa divina, la promesa del buen pastor, Jesucristo. Él no solo vino a darnos vida, sino a asegurarse de que esa vida sea abundante.
Argumentemos primero contra el ladrón, aquel que nos engaña con falsas promesas. La sociedad moderna, hermanos, está plagada de ídolos contemporáneos: la riqueza material, el poder, el placer sin límites. Estos no son más que ladrones disfrazados que buscan desviar nuestra atención del verdadero propósito de nuestra existencia. Nos ofrecen una felicidad efímera, una alegría pasajera que, al final, solo lleva a la desolación.
Pero aquí, en Juan 10:10, se nos advierte de estos engaños. Se nos recuerda que el único camino verdadero hacia la plenitud es a través de Jesucristo. ¿Por qué, hermanos? Porque Él es el buen pastor que cuida de sus ovejas, que las conoce por nombre y que da su vida por ellas. El ladrón, por el contrario, no conoce a las ovejas, no les importa su bienestar y ciertamente no sacrificaría nada por ellas.
Ahora, consideremos la vida en abundancia. ¿Qué significa realmente esta abundancia? No hablamos de riquezas terrenales que pueden ser robadas o corroídas, ni hablamos de una vida libre de dificultades. La abundancia de la que habla Jesús es la plenitud espiritual, la paz que supera todo entendimiento, la alegría que no depende de las circunstancias, el amor que no conoce fin. Esta es la vida que Jesús vino a darnos, una vida que está enraizada en la eternidad y que florece en medio de las pruebas.
Esta vida abundante no es una promesa lejana, no es un sueño inalcanzable. Está al alcance de cada uno de nosotros aquí y ahora, porque Jesús ya ha vencido al ladrón. El precio ha sido pagado en la cruz, la victoria asegurada en la resurrección. No hay poder en la tierra o bajo la tierra que pueda deshacer lo que Cristo ha hecho por nosotros.
Por lo tanto, les insto a que rechacen las mentiras del ladrón. No se dejen engañar por las sombras cuando se les ha prometido la luz. En su lugar, abracen la vida que Jesús ofrece. Nutran su relación con el buen pastor, conózcanlo más profundamente a través de la oración, la meditación en su Palabra y la comunión con otros creyentes. En él, y solo en él, encontrarán la verdadera seguridad, gozo y propósito.
En conclusión, Juan 10:10 no es solo un versículo para leer, sino una realidad para vivir. El ladrón ha sido derrotado; la vida abundante nos espera. Es nuestra elección diaria seguir al buen pastor o desviarnos por caminos que llevan a la perdición. Elijan a Cristo, y vivan en la abundancia prometida por nuestro Salvador.
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