La Santidad como Requisito para Ver a Dios: Una Perspectiva Bíblica
Mateo 5:8, también nos da una perspectiva de la importancia de la pureza de corazón, que es un aspecto de la santidad: «Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.» Jesús, en su Sermón del Monte, indica que la pureza interna es esencial para percibir y entender a Dios.
2 Corintios 7:1, nos exhorta a purificarnos de todo aquello que contamine tanto el cuerpo como el espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios. Esto implica un proceso continuo de santificación, en el cual el creyente se esfuerza por vivir de acuerdo con los estándares divinos.
En el Antiguo Testamento, la santidad era requerida para acercarse al lugar donde residía la presencia de Dios. Éxodo 19:10-12, nos muestra cómo los israelitas debían consagrarse y lavar sus ropas para estar en la presencia de Dios en el Monte Sinaí. La santidad no era simplemente un asunto externo, sino que reflejaba una actitud de reverencia y respeto hacia Dios.
Salmo 24:3-4, pregunta pegunta: «¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón…» Este pasaje resalta que, para estar en la presencia de Dios, la pureza y la rectitud son indispensables.
Es importante notar que la santidad no es algo que podamos lograr por nuestros propios esfuerzos. Efesios 2:8-9, nos recuerda que la salvación es por gracia a través de la fe y no por obras para que nadie se gloríe. La santidad es el resultado de la obra transformadora de Dios en nosotros a través del Espíritu Santo.
Gálatas 5:22-23, describe el fruto del Espíritu, que incluye amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. La manifestación de estos atributos en la vida del creyente es parte del proceso de santificación que nos hace más como Cristo y, por tanto, más aptos para estar en la presencia de Dios.
En conclusión, la Biblia enseña claramente que sin santidad nadie verá a Dios, y esta santidad es tanto un llamado a vivir de una manera que honre y refleje el carácter de Dios, como un proceso sobrenatural operado por el Espíritu Santo en aquellos que han puesto su fe en Jesucristo. La santidad, por lo tanto, no es el fin en sí mismo, sino el medio a través del cual los creyentes pueden disfrutar de una relación íntima y duradera con el Creador.
Comentarios
Publicar un comentario